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Esto es lo que estoy haciendo para alcanzar mis metas
Lo aprendí del multimillonario Charlie Munger
Es curioso cómo muchos nos enfocamos en tener propósitos:
Quiero bajar de peso
Quiero ganar más dinero
Quiero irme de viaje
Y así un largo etcétera.
Sin embargo, pocos se enfocan en sus “anti-propósitos”.
¿Y qué rayos es eso?
Mira, hace unos meses estaba navegando por Twitter y encontré una publicación que hablaba sobre los anti-propósitos y los describía así (más o menos):
Un anti-propósito es lo opuesto a un propósito o una meta que normalmente se establece para uno mismo.
En lugar de enfocarse en lo que uno desea lograr, un anti-propósito se centra en lo que uno desea evitar o dejar de hacer.
Por ejemplo, si alguien tiene como propósito "comer de manera saludable", su anti-propósito podría ser "no comer alimentos procesados o azucarados".
O si alguien tiene como propósito "ser más organizado", su anti-propósito podría ser "no dejar las cosas desordenadas".
Establecer un anti-propósito puede ser una forma útil de identificar y superar los obstáculos que pueden impedir que alguien alcance sus metas.
Al identificar lo que se quiere evitar, uno puede crear estrategias específicas para superar esos obstáculos.
Y esto tuvo mucho sentido para mí.
Así que comencé el año haciendo mi lista de “anti-propósitos”:
Tener sobrepeso
Estar endeudado
Comer comida chatarra
Tener vicios
Ser sedentario
Tener relaciones de baja calidad
Perder el tiempo en conversaciones/conferencias/información/vídeos improductivos/fútiles/estúpidos
Y así una lista de cosas que no quiero.
Lo siguiente que hice fue hacer un análisis sobre qué pasaría si hago estas cosas.
Y puse lo siguiente:
Si sigo comiendo mal y siendo sedentario, acabaré siendo obeso, con mala salud, problemas de movimiento y una calidad de vida deteriorada. Incapaz de hacer las cosas más básicas.
Si sigo teniendo deudas, no podré salir adelante y seguiré incurriendo en pérdidas.
Si tengo relaciones de baja calidad, la calidad de vida que tendré será pésima, lo mismo que las ideas y los lugares a los que pueda llegar.
Si pierdo el enfoque empiezo a hacer cosas inútiles en vez de llegar hacia mi objetivo.
Ahora, de nada me sirve si solo lo escribo y lo olvido, por lo que he estado volviendo a dicho documento de forma continua.
¿Y adivina qué ha sucedido?
Que estoy más consciente de esto. He ido disminuyendo la comida chatarra, he ido pagando mis deudas, he estado cuidando mis relaciones y me he enfocado.
Sin duda, no es la panacea, pero me ha servido como brújula para no perder el norte.
De hecho, esto es muy similar a algo que aprendí de Charlie Munger.
¿Y quién es Charlie Munger?
Es uno de los multimillonarios del mundo y un hombre muy inteligente al que le gusta pensar en los problemas haciendo lo contrario de lo que haría la mayoría de la gente.
Lo aprendió de otro hombre inteligente llamado Carl Gustav Jacob Jacobi, un matemático excepcional, que también hacía lo mismo cuando intentaba resolver problemas.
Esto se llama inversión, y significa que piensas en un problema yendo hacia atrás en vez de hacia delante.
Cuando piensas en un problema al revés, puedes descubrir cosas que no deberías hacer y que podrían empeorar el problema.
Por ejemplo, si uno quiere mejorar las cosas en su empresa, uno puede pensar qué cosas las empeorarían.
Esto es porque es más fácil evitar hacer cosas malas que intentar hacer cosas realmente buenas.
Este modelo mental es muy útil porque ayuda a comprender mejor un problema y a evitar cometer errores.